Luis Ramón
Madrid, 12 y 13 de abril de 2022
Pilar nos consiguió cuatro magnificas entradas para el partido de regreso de los cuartos de final de la Champions. Sería la primera vez que asistiríamos los cuatro al Bernabéu. Decidimos irnos con tiempo e instalarnos en una abarrotada Plaza de los Sagrados Corazones, para ver la llegada del autobús con los jugadores. A las siete y media de la tarde, en mitad de un chaparrón más veraniego que primaveral, apareció la “llegada busiana”, tal y como es conocida en Chamartín. Entre cohetes, fuegos pirotécnicos morados y gritos de “Hala Madrid”. Un recibimiento como si necesitará remontar, a pesar de ir ganando 3 a 1.
Camino a nuestros lugares y en medio de un río de fanáticos merengues que ovacionan al Madrid, se dan tiempo entre porra y porra para recordar a su archirrival. Y cantando “El Barca juega los jueves”, creativa e irónicamente se mofan de ellos. En el entendido que los juegos de la Champions solo son martes y miércoles y los de la UEFA League, se juegan los jueves.
El Bernabéu todavía en construcción y en vías de convertirse en uno de los estadios más novedosos del mundo. Gigantescas grúas se erigen en los cuatro costados, en señal de esa remodelación. Entramos por la puerta siete y nuestros lugares estaban en primera fila, muy cerca del centro. La lluvia se detuvo, como para no dar excusas a un juego marcado por agua.
Los campeones de Europa fueron los primeros en salir a la grama y realizar sus estiramientos y calentamientos. Primero el grupo de porteros y luego el resto del equipo. Minutos más tarde salieron los locales generando los primeros frenéticos gritos del publico que comenzaba ya a tomar sus lugares.
Al comunicar la alienación, una algarabía estridente cada vez que se menciona el nombre de cada uno de los jugadores y el estadio responde con el apellido de éste. El fondo sur desplegó un mural gigante con la leyenda “No juegues con el Rey” y un rey vestido de morado, tirando cartas con el 13 de copas. Se escuchan las notas de “Hala Madrid” y los poco más de 70,000 aficionados entonamos al unísono ese himno. Me estremezco al cantar con todos: “Ya salen las estrellas, mi viejo Chamartín, De lejos y de cerca, nos traes hasta aquí” y como en tantas otras ocasiones, siento que la canción fue escrita también para mí.
Los ingleses sorprenden con un uniforme amarillo. Los árbitros como hace mucho que no lo veía, salen, con el que debería ser el de siempre, negro. Los locales con el tradicional blanco. Se forman para escuchar el himno de la Champions, esta vez cantado en inglés. A las nueve en punto, el arbitro polaco da el silbatazo inicial.
A pesar de la supuesta cómoda ventaja obtenida en Stamford Bridge, se respiraba un ambiente tenso y de nerviosismo. El Madrid quería salir con la pelota controlada. Una pérdida de Valverde en salida, controla Kovacic, se apoya en Havertz, que la deja de escandalo y Mount completa el 0-1, apenas en el minuto 15. Silencio, pero no absoluto. De alguna manera, el que fuera tan temprano, también dejaba algo de respiro.
El Chelsea siguió asfixiando al Madrid. La sensación era pésima. Los músculos tensos. Nos vamos al descanso. Ancelotti no cambia y regresan los once originales. Los de Tuchel aprovecharon la gentileza. Un córner encontró a Rüdiger completamente libre de vigilancia. Cabeceó imponente a la red. Minuto 51. Silencio, cada vez más profundo. Empatados en el marcador global.
Ya sin nada que guardar, el Madrid parecía que recordaba quién era. Se fue arriba con ambición, asumiendo riesgos atrás. Mismos que se pagaron caros. Una pérdida terrible de Mendy – el de los blancos – permitió un supersónica contra del Chelsea que resolvió Marcos Alonso. Era el 0-3. Un balde de agua, no fría, helada. Ya formados en el circulo central, le llaman desde el VAR al juez polaco. El tiempo se congela. Sin tener que revisarlo en pantalla, invalida el gol. Y el Bernabéu se levanta por primera vez desde que se pitó el inicio, reviviendo.
Benzema estrelló un cabezazo en el larguero. Alaridos. Primer cambio, entra Camavinga por Kroos. No se han acomodado aún, cuando Werner tras amagues y dejar acostada a toda la defensa blanca define el 0-3. En ese momento, ahora sí, fuera de las semifinales. Quedaban 16 minutos más el alargado. Silencio ahora sí, sepulcral.
En esas trágicas circunstancias es cuando emerge el espíritu indomable del Madrid. Entran Marcelo que dio un partidazo y Rodrygo que parece que la Champions le viene bien. Cuando parecía que estaba listo para ser liquidado, cuando el Chelsea era un equipo crecido, cuando el Bernabéu temblaba, apareció Modric.
No es la primera vez que ocurre eso con el croata, que ronda más los 40 que los 30, sea con el Madrid o con su selección a cuadros. En el momento más delicado, Luka se levanta y tira de su equipo y de su estadio y convierte en realidad lo que parecía imposible.
Se inventó un pase de 25 metros con el exterior que Rodrygo convirtió en gol de manera magistral. Minuto 80 y nosotros y los otros 70,000 saltamos como una erupción volcánica. 1-3. Eliminatoria empatada. Con el estadio encendido, el Chelsea demostró su talla de campeón. Tuvieron dos muy claras para sentenciar. Courtois también juega. Al alargue.
El ambiente seguía tenso, los músculos de jugadores y los propios agotados de la tensión. La defensa del Madrid con 20 centímetros menos en promedio que la inglesa. Se retorcían como podían ante los centros que todos llevaban peligro.
Medio campo, robó Camavinga, filtra para Vinicius que se frenó en el área, levanta la vista y aguantó la llegada de Benzema. Como con la mano se la pone en la frente y el Bernabéu estalló en mil pedazos. Otra vez Benzema. Karim, Karim, Karim, nos alzamos en gozo y celebración.
Quedaban minutos, que parecieron siglos para la épica y para la tortura. Luquitas Vazquez convertido en multiusos. Modric derrochando clase y entrega. Karim a pesar de lesionado, alentando a jugadores y estadio. Y sufriendo en cada córner inglés. Cada balón en el área era un micro infarto y la voz se alejaba cada vez más. Las gargantas se quedaban afónicas. Los gritos se escuchaban sordos.
Pita el polaco. Jugadores caen rendidos al piso. Nosotros también. Del tormento absoluto, de perder una eliminatoria ganada en la ida al éxtasis de firmar otra remontada para la historia. Del borde del colapso a comprobar la grandeza de la Champions, allí donde ni un 1-3 te permite vivir una noche plácida.
Los ingleses, a los que no se les puede reprochar nada, se unen en la esquina norte para saludar al grupo de hinchas que se encuentran en la parte más superior del estadio, flanqueada por mallas de acero para evitar problemas entre las aficiones. El Bernabéu les rinde también un homenaje. Aprecio mucho ese caballeroso gesto. No hubo “Buuu´s”, sino al contrario un reconocimiento a su entrega y planeación del juego.
Los jugadores del Madrid esperan y se abrazan y recorren la cancha aplaudiendo y agradeciendo al público que, a pesar de la tensión, los alentó siempre. Se percibe la alegría de todos. ¡Qué partido! ¡Qué experiencia!
Estos partidos que solo se dan de febrero a mayo en las canchas de Europa, ya cuando quedan solo los verdaderos campeones. Donde la Champions, para mi gusto, el mejor torneo del mundo saca sus mejores galas. Y no importa si eres madridista o antimadridista, haces una reverencia ante el espectáculo.
Miércoles, cansados de la épica noche anterior. Además del estrés del juego, caminamos todo el Paseo de la Castellena para llegar al hotel. Los taxis parecía que habían desaparecido, como si la emoción del partido se los hubiera tragado también a ellos.
Para relajarnos fuimos a comer al afamado Ten Con Ten en la calle de Ayala en el barrio de Serrano. Como ya le había sucedido a Karla en la temporada anterior, en la misma mesa, se encontraba el héroe de la noche anterior. Luka Modric, estaba comenzando a comer. Atentamente nos pidieron que no lo molestaron y que él mismo no llamaría para la foto. Y así lo hizo, con una gran sonrisa, permitió que nos acercáramos a su mesa. Así que además de las cardiacas emociones de la noche anterior, nos quedamos con el retrato del croata, vestido de civil.
Este sería un partido más relajado, cuando menos para mí. Prefería que ganará el Aleti, pero lo que deseaba era que fuera un buen juego. Los estilos del Cholo y de Guardiola, pronosticaban un juego cerrado. En el partido de ida, el Atlético de Madrid salió con un planteamiento ultradefensivo y se fue únicamente con un gol en contra. Ahora al estar en casa y con la obligación de dar la vuelta al marcador tendrá que ir al ataque, pero consideraba que el Cholo, no lo hará hasta pasado el minuto 50, si el marcador se mantenía aún 0-0.
Por la experiencia anterior en el Wanda, contrate a un chofer que nos llevará, pero sobre todo que nos esperara a la salida del estadio. Patricio un conductor ecuatoriano pasó puntualmente por nosotros y nos dejó en la puerta 34 cerca de las siete de la tarde. A esa hora, venía entrando el autobús con los colchoneros. Tuvimos tiempo para tomarnos un par de cervezas en la explanada frente a las puertas del estadio.
Fuimos testigos cómo algunos hoolingans ingleses incitaban pleitos, una trifulca entre ellos y cómo la policía montada llegó rápidamente a esclarecer el orden. Nos encaminamos a nuestros lugares, que en esta ocasión se los había comprado a un amigo de nuestro abogado y quien es miembro del club. ¡Oh sorpresa!, los club seats son espectaculares. Nada que ver con los del BBVA de Guadalupe. Además, a diferencia del Bernabéu, aquí si venden cerveza. Pero mejor aún, en nuestros lugares esta incluida. No solo toda la cerveza, sino vino, pinchos y tapas.
El Wanda luce a reventar, a pesar de los 5,000 lugares que veto la UEFA por saludos nazis en Manchester en el juego de ida. La afición del Aleti, corea sus himnos, tengo que reconocer que con más enjundia que en el Bernabéu.
Los colchoneros salen con su tradicional uniforme y los del City con uno azul oscuro. Los primeros minutos muestran una foto similar al partido de ida, con el City controlando el balón ante un Atleti con dos líneas de cinco. Sin embargo, la película muestra algunas diferencias, con el equipo de Simeone siendo más agresivo para presionar y tal vez con un Joao Félix en soledad como delantero.
Defensa ordenada y muy practicada. Los diez colchoneros como ejercito espartano cierran filas y se observa siempre el mismo parado. Fonden termina con un corte en la cabeza y sale con venda, el infractor brasileño del Aleti, no ve la amarilla. Que no se salva de la segunda, tras llevarse puesto a De Bruyne.
¡Se salva de milagro el Aleti! Pase espectacular de Mahrez para Walker, centro para Fonde, descarga para Gundogan, quien de cara a Oblak estrella su remate contra el palo derecho del portero. El Aleti dispara una sola vez en todo el primer tiempo y cerca del minuto 40, tal y como lo había predicho.
A descansar todos y reabastecernos de cervezas, pinchos de tortilla y unas tapas de chorizo. Confío en que el Cholo, mandará a todos ahora sí para adelante. Así comienza el segundo tiempo, con mayor vocación ofensiva y el dueño de casa está teniendo mayor protagonismo y agresividad. La afición responde. Se respira tensión.
¡Se salva el City! Gran remate de Griezmann que se fue a centimetros del palo derecho de Ederson. Llegadas por todos lados. Los papeles se cambian y el City es ahora el dominado. Los de Guardiola, no salen de su campo. La presión los ahoga. Correa desvía otra clara. Se viene Suarez, aún lastimado, pero solo quedan 12 minutos y el Cholo quema sus naves.
¡Se la vuelve a perder el Aleti! Otra clarísima para los españoles. Correa le baja con el pecho el balón a Cunha dentro del área y el remate del brasileño es bloqueado por Stones, cuando ya iba a la red sin portero. Milagrosa acción del defensor inglés.
Minuto 90. Riña y bronca en la banda. Felipe contra Fonden otra vez. Felipe expulsado. Nueve minutos de alargue. Descolgada fulminante, Oblak mantiene con vida al Aleti, tapando un mano a mano contra Gundogan.
Yo ya no aguanto y me levanto para ir al baño y ver los últimos minutos de pie. Tiro libre peligroso de Carrasco, que ninguno de los de Aleti pudieron cabecear y Ederson terminó desviando con los puños. Minuto 100. Correa tuvo una última que encontró las manos salvadoras del portero brasileño.
El Atleti tuvo al City completamente atado y dominado durante todo el segundo tiempo, pero no pudo salir del cero. A veces el futbol es así. Los de Guardiola prácticamente no salieron de su área y terminaron aferrándose al empate con las uñas, haciendo correr los minutos finales con marrullerías, que enfurecieron a los locales y a todo el estadio. Como si los papeles se hubieran invertido. Los del City jugaron al estilo del Cholo y los colchoneros fueron los que atacaron.
Un 0-0 de alarido. Claro eso lo digo yo, que no me importaba el resultado. Bueno, algo, el City se enfrentará el Madrid en las semifinales. Digno de reconocer a la afición colchonera, que no dejó de aplaudir y alentar a sus guerreros y aún con la derrota, diez minutos de aplausos continuos por el esfuerzo y el sudor dejado en la cancha. Los jugadores tristes también lo agradecieron.
¿Qué distinto es ver un partido sin que juegue tu equipo? Los partidos en el Heinz Field o en el Bernabéu los siento, más bien los sufro de manera muy diferente.
A pesar de mis experiencias desagradables con la afición del Aleti en la final de la Champions en Milán, francamente quería que ellos ganaran. Casi como el partido del día anterior en Múnich. 26 tiros a portería del Bayern, uno del Villarreal, que se convirtió en gol al minuto 88, para que los españoles del submarino amarillo se midan con el Liverpool. Así esa noche el Aleti dominó, sin poder meterla. La suerte también juega.
Una salida ordenada, a pesar de la derrota. Ya nos esperaba Patricio. La hicimos de buen samaritanos y les dimos aventón a una pareja de argentinos y una más de León, que ilusamente creían que iban a encontrar un taxi a la salida. Como dice el dicho “Hoy por ti, mañana por mí”.
Al llegar al hotel vimos la entrevista final del Cholo. Aclaró que, para él, lo más importante y sobre todas las cosas es ganar. Y ese miércoles no ganó. Por lo que no estaba contento. Agradeció el esfuerzo de sus jugadores y de manera elegante pero sarcástica se burló de Guardiola. No cabe duda, que Simeone es un luchador y el actor principal de su equipo. Un director de orquesta, que hoy no le salió su plan.
Fue el más coreado cuando se nombró la alienación y es el porrista e incendiador del estadio. Con sus brazos en alto, el estadio entero coreaba y repetía sus aplausos, como si soplase oxígeno en la leña viva. No comparto su estilo de juego, pero desde luego admiro su liderazgo y la eficacia con la administra un plantel que vale la mitad que los del City.
Quedan definidas ya las semifinales. Dos españoles contra dos ingleses. Las mejores ligas representadas en el camino a Paris. Quedan dos martes y dos miércoles de locura. Reitero lo dicho, el mejor torneo del mundo.