Luis Ramón
El IEEE (Instituto de Ingenieros Eléctricos y Electrónicos) es el referente de ingeniería, computación y tecnología de información alrededor del mundo. Fue fundado en 1884 por Thomas Alva Edison, Alejandro Graham Bell, Benjamín Franklin y otros destacados ingenieros de la época. Podría decir que de todas las épocas.
Desde principios de los setenta organiza la exposición de Transmisión y Distribución y ésta es el mayor foro americano para exponer y compartir los últimos desarrollos tecnológicos en la industria de potencia eléctrica.
He tenido la oportunidad de asistir a varias de ellas, solo y con compañeros de trabajo desde 1994. Chicago, Los Ángeles, Dallas, Denver, Orlando y Nueva Orleans han sido las sedes más comunes. Cada una de ellas, ha dejado experiencias únicas. Lo que ha sido común es la recolección de nuevos proveedores que con el tiempo se han convertido en amigos.
Me es muy grato recorrer los pasillos alfombrados que son como veredas en un bosque de aparatos eléctricos y saludar a colegas de todas las latitudes. En un océano de tecnologías, te das cuenta de que sigue siendo un mundo mucho muy pequeño y conoces a muchos de ellos, aunque algunos de ellos hayan cambiado de empresa. Pero siguen trabajando en el medio.
Nueva Orleans sería la sede de la primera exposición post pandemia. Una ciudad muy peculiar. A diferencia de la típica ciudad americana, que cuenta con un “downtown” con rascacielos, Nueva Orleans, carece de ellos. Ésta, tiene su encanto característico. Originalmente española y luego francesa. Una mezcla de culturas, afroamericanas, caribeñas, francesas y ahora americanas.
La atracción más visitada es la Bourbon St. que recibe el nombre de los Borbón, la casa real de Francia en 1720, cuando se trazaron las calles. Y está enclavada en el centro del barrio francés con las distintivas casas con balcones de hierro forjado.
El cuadrante de las primeras ocho cuadras partiendo de Canal Street, es la sección más visitada, que incluye bares, restaurantes, tiendas de souvenirs y clubes de estriptis. Mi primera visita fue antes del huracán Katrina. A pesar de mi apertura de mente, me impactó demasiado ver que los clubes anunciaran con total desfachatez sus baratos “espectáculos eróticos”, algunos de ellos grotescos por poner un adjetivo suave.
En 2010 que regresamos a otra exposición, el apoyo gubernamental posterior al huracán había limpiado en muchos sentidos la ciudad. La Bourbon St. lucía pulcra, había dejado su apariencia inmoral, para retomar su antigua chispa. Más bares con conjuntos de Jazz y menos funciones sexuales.
Para esta ocasión, volé de Cancún en vuelo directo hacía Nuevo Orleans. Asistí el fin de semana a la boda de Diana, una compañera de Diram, que decidió que las aguas cristalinas y afortunadamente sin sargazo de la Riviera Maya fueran testigos de su unión. Asistimos varios compañeros de Diram a acompañarla en su festejo y todos la pasamos de maravilla. Patiño, Hilario, Gonzalo, Mario, Jazmin, Edder, Vicsaly, Paola, Esteban y sus parejas. Observé en ellos, a un grupo de amigos que se apoyan y colaboran entre sí, una solidaridad de la que me siento orgulloso.
En la carretera entre Playa del Carmen y Cancún, se aprecian los destrozos viales y ecológicos y obras inconclusas del que seguramente será el fallido “tren maya”. Flanqueadas por anuncios de la candidata del partido en el poder. Por otro lado, la terminal internacional del aeropuerto de Cancún lucía repleta, casi insuficiente. Me resulta increíble, la falta de visión social y de negocio de largo plazo del gobierno. Despilfarra el dinero en un proyecto inviable, sin planeación y que atenta contra la economía ambiental y deja la primera cara de México ante el turismo extranjero con terminales abarrotadas y viejas.
El vuelo de Spirit estaba retrasado por una tormenta que se desataba en el área de Houston. Mis otros colegas que habían tomado el vuelo de Monterrey a Nuevo Orleans vía Houston estaban varados en el IAH. Un par de horas más tarde, nuestro vuelo despegó rumbo a la ciudad más poblada de Luisiana. El avión venía lleno de turistas que habían ido a vacacionar a la Riviera, vistiendo aún sus chanclas, camisetas sin mangas y sombreros de charro. Nosotros éramos los únicos en pantalones y camisa.
Llegamos raspados a la junta que teníamos en el hotel Sheraton en la calle Canal. Nuestros socios de Southern States ya nos esperaban en una sala que habían reservado para esa junta. Con mucha emoción nos informaron que se había logrado una orden muy especial, para una central eólica en Texas. Posterior a la reunión fuimos a cenar a un restaurante de comida creole o criolla. Gumbos, jambalayas y po’boys desfilaron al centro de nuestra mesa. Como siempre Raj, nos dio una lección de filosofía y vida, con sus pláticas.
De mis compañeros que venían de Monterrey, Alejandro Reynoso decidió después de varios vuelos cancelados regresar a Monterrey y Daniel Villarreal llegó al hotel a las tres de la mañana, en lugar de las tres de la tarde. ¿Quién hubiera pensado, que la mejor conexión ese día para llegar a Nueva Orleans era vía Cancún?
El centro de Exposiciones Ernest N. Morial, es el sexto más grande de la Unión Americana, con más de un millón de pies cuadrados. Poco menos de tres veces Cintermex. Y en esta ocasión, un poco más de la mitad, estaría cubierto de transformadores, interruptores, aisladores, desconectadores, cables, bancos de capacitores, sistemas de medición y todos los equipos y servicios que la industria de potencia eléctrica requiere.
Caminamos los pasillos deteniéndonos en los stands que consideramos ofrecían productos afines o relacionados a los nuestros, pero principalmente a saludar a viejos conocidos. Ingenieros de Brasil, Canadá, India, China, Francia, Bélgica, sobre todo de Estados Unidos y también algunos compatriotas mexicanos.
Como comenté, se siente muy bien, darte cuenta de que, en 30 años de trabajo, has dejado una huella y que esta ha trascendido fronteras y tiempos. Lo que inició como una pequeña casa de distribución de material eléctrico, es hoy una empresa reconocida en todo el orbe.
Ese día se jugaba la ida de la semifinal de la Champions, entre el Real Madrid y el Manchester City. Esteban Fernandez, que también es madridista buscó en las aplicaciones algún Sport Bar que pasara el encuentro. Por pura casualidad llegamos a uno, que no solo lo televisaría, sino era una taberna inglesa, con pantallas, bufandas europeas de todas las ligas y un anfitrión irlandés con la mejor actitud de servicio.
Yo cambié mi camisa de la exposición, por un jersey del Madrid. Y entre muchos aficionados ingleses o que cuando menos coreaban al City, nos asignaron una mesa. No voy a narrar el partido, que fue de alarido. De emociones de ida y vuelta, con un Madrid que nunca dejó de luchar y que chispazos de Vini Jr y Benzema, lograron rescatar un 3-4, que a la postre fue suficiente para luego acceder a la final.
Después del sufrido partido, caminamos por Bourbon St. hacía Canal pasando por Jackson Square, una plaza muy bonita y bien cuidada, pero que está completamente enrejada, para evitar que los “homeless” se apoderen de ella. Un poco más hacía el sur, está el Acuario y los ferrys para paseos en el Mississippi.
En la noche tuvimos la fiesta o cocktail de bienvenida de Southern States, en la suite presidencial del hotel Sheraton. Otro lugar donde tuvimos oportunidad de saludar a viejos amigos y también de conocer a nuevos y presentárselos a Arturo Arechavaleta. Una vez agarrado vuelo, nos fuimos a la Bourbon de noche. Ricardo Gutiérrez, nuestro representante en Toluca, se nos unió. La calle se transforma, convirtiéndose en un mar de gente tomando y gritando, además de todos aquellos que ya están en los bares que flanquean las banquetas. Sin considerar a todos los “Homeless”, que se apoderan de algunos escalones para tender sus colchas y despedirse en los brazos de Morfeo.
La exposición al día siguiente estuvo más concurrida. Continuamos nuestros recorridos y también atendimos a clientes interesados en nuestro stand que estuvo siempre vigilado por Karl Fender y Alejandro Deschamps. Por la noche, recibimos una invitación de mi amigo colombiano Alvaro Cantillo, para ir a un paseo en el Mississippi, en lugar de los atiborrados bares del barrio francés. La idea y el paseo resultaron magníficos. Una buena mesa, con un buffet surtido de comida local, un grupo de Jazz en vivo y vistas del río. En un barco tirado por una gigantesca rueda de paletas, como si estuviéramos en una novela de Mark Twain y siendo compañeros de Tom Sawyer.
El regreso a Monterrey al día siguiente ya no tuvo complicaciones. Durante todo el vuelo, no puede evitar pensar, como lo he comentado en otros artículos de viajes a China o a Australia, que a veces no logro distinguir, si lo que siento es envidia, coraje, tristeza y/o decepción, de ver que el mundo entero va vertiginosamente en la dirección de energías limpias y renovables, los sistemas de potencia de alta tensión y en corriente continua, almacenamiento de energía y electrónica de potencia y México se dirige en dirección opuesta.
En todos los stands de la exposición se exponían tecnologías que miran a esa visión. Y todos los fabricantes nos comentaron que tienen todos sus programas de producción completos. Y no solo en los países nórdicos o más avanzados, nuestros colegas de Chile y Brasil comentaron que van también en esa dirección.
Es como si en la época de Gutenberg, en lugar de adoptar la imprenta, te pusieras a atrapar pájaros, quitarles sus mejores plumas y a tener escribanos más rápidos. “Cultivar” aves para sacrificarlas por sus plumas, atentando a la naturaleza. Y ese escribano, por más rápido que sea, será inútil en poco tiempo y no habrá aprendido ni siquiera lo más básico de un sistema de impresión. O que, en la época del nacimiento de los autos, te empeñes en fabricar mejores carretas.
Aunque los ejemplos puedan parecer ridículos, así vamos. El mundo está instalando sistemas de transmisión de 1,100 KV y en México seguimos con 400 KV y han cancelado las inversiones para los sistemas de corriente directa, para desfogar las energías del Istmo y en Sonora. El problema se acrecienta, pues no solo seguimos invirtiendo en plumas y carretas, destruyendo nuestra ecología, sino que nuestros técnicos no aprenden de imprentas y autos.
La inversión en nuevas tecnologías genera un efecto multiplicador que estamos desaprovechando. Se está perdiendo una oportunidad enorme de inversiones que generarían cientos de empleos, educación y fuentes de conocimiento. Es imposible detener el progreso y avance tecnológico y seguramente los próximos gobiernos volverán o tendrán que abrir las puertas a estas tecnologías, pero habremos perdido tiempo valioso de nuestras generaciones y venir de atrás cuesta aún más trabajo.
¡Qué lástima! Que permitimos de alguna u otra manera que esto sucedería. México es grande y tenemos que hacer lo que esté a nuestro alcance para recobrar el rumbo. No es necesario esperar hasta el 2024, hay que hacerlo desde hoy. Los que vienen detrás de nosotros se lo merecen.