Mi visita a Ho Chi Minh, Vietnam 2023

Mi visita a Ho Chi Minh, Vietnam 2023
Luis ramón

Luis Ramón

HO CHI MINH, VIETNAM

9-12 de marzo, 2023

Podrás perder mil batallas, pero solamente, al perder la risa habrás conocido la auténtica derrota

Ho Chi Minh (1890-1969)

Revolucionario anticolonial comunista y primer presidente de Vietnam

La sensación de que cualquier tarea es una molestia pronto desaparece si se hace en la atención plena

Thich Nhat Hahn (1926-2022)

Monje budista zen vietnamita

Nuestra última parada fue la ciudad de Ho Chi Minh, también conocida como Saigón. No teníamos idea de qué esperar de ella, pensábamos que esta ciudad era la capital, pero resultó ser Hanoi en lo que fue el Vietnam del Norte. Regresamos a la realidad, no todo puede ser Singapur y Ho Chi Minh dista mucho de serlo. 

El vuelo fue en Vietnam Airlanes y no estuvo mal, además de que obtuvimos los kilómetros de Aeroméxico. El aeropuerto Tan Son Nhat es antiguo y recibe cerca de 40 millones de pasajeros al año. La fila para hacer migración parecía más bien la recepción de una terminal de autobuses, desordenada, con gente que olvidó muy rápido la distancia social del covid. 

Descubriendo Vietnam

Afuera nos esperaba nuestra guía, autonombrada Lena. No creo que haya sido su nombre vietnamita. Una muchacha de aproximadamente 30 años graduada de la universidad con título de licenciada en español. Lo hablaba bien. Llegó por nosotros en un Acura pequeño, por lo que tuvimos que hacer malabares para meter las maletas que ya se habían acumulado. Inmediatamente nos adentramos en un mar de motonetas. Ho Chi Minh tiene una población de cerca de 14 millones de habitantes y más de 8.5 millones de motonetas. Éstas pululan por doquier. Lo que habíamos visto en Bangkok o en Siem Reap, era insignificante comparado con el ordenado caos que se vive aquí. 

No vimos ningún accidente a pesar de que rebasan, arrancan y frenan a toda velocidad todos al mismo tiempo. Quiero aclarar que a diferencia de Camboya, aquí todos traen casco, pero nunca vimos a más de dos en la moto y muchos menos con chanclas. Aún así, es como estar rodeado de un enjambre de avispas que pasan zumbando a tu lado, ya sea en el carro o incluso caminando en las banquetas. 

Me sorprendió mucho que a pesar de lucir como una ciudad descuidada toda la electrificación era subterránea. Con transformadores de pedestal montados sobre peldaños de granito de unos 3 metros de alto, cubiertos de grafitis y estampados con anuncios formando la red de distribución. Pero ni un solo cable en las calles repletas de autos, motos y gente. 

Recorriendo las calles de Vietnam

Durante su historia Vietnam ha sido parte de China, Camboya, Francia y desde 1945 finalmente logró ser independiente. Su alfabeto es una combinación fonética y lingüística del chino y del latino. A la población le costaba mucho leer y escribir con los símbolos chinos. Por lo que uno de los colonizadores franceses para evangelizarlos tradujo sus lecciones en vietnamés, pero tal como se escucha. Igual que el español, que se lee tal como está escrito. Y desde entonces, el alfabeto cambió. Aún así sigue siendo complicado y todos los nombres impronunciables. 

Nos hicieron la reserva en el hotel Hyatt atrás del edificio de la Ópera. Un hotel recién remodelado que mantiene su esencia colonial. Un lobby bar con una barra muy bien dotada, unas escaleras de caracol para acceder a los restaurantes del segundo piso, cuartos con vistas a la plaza principal -que fue el que nos tocó – y la piscina, que fue la que usamos más. Como en los trayectos anteriores, prácticamente se perdió todo el día entre aeropuertos, migraciones, vuelos y traslados. Cenamos en el restaurante italiano del hotel. No sin antes cruzarme a comprar unos paquetes de cigarros. Traía solo dos dólares con los que pude comprar dos pepsis de 500 mililitros y tres paquetes de Pall Mall azules. No creo que haya una tasa de impuesto al cigarro en Vietnam. 

El tour de la mañana no parecía muy atractivo y Karla decidió abortarlo. Fui al Museo de la Guerra contra Estados Unidos. Esta guerra duró poco más de 20 años, entre 1955 y 1975, cuando Estados Unidos quiso impedir que el comunismo tomará la parte sur de Vietnam. Los americanos perdieron y han filmado cientos de películas con este tema. Para mi gusto el museo era feo, con solo unos cuantos aviones y helicópteros de ambos bandos y escenas terribles de los campos de concentración. Parecía más bien un lugar que aprovecha el morbo de la gente, por lo que estaba lleno de americanos de 65 años o más. Supongo que son personas que estuvieron en esta guerra o que un pariente o amigo suyo participó en esa estupidez. Si a los museos interesantes les dedico poco tiempo, de este salí corriendo en segundos.

El que sigue era un museo de las artes curativas ancestrales de la región. Polvos, hierbas, y frascos con animales adentro que eran las pócimas que ayer y hoy sirven para curar muchos males. Una casa antigua de madera de cuatro pisos, donde se observan todos los artilugios. En el cuarto piso había un baño de pies con flores y plantas curativas que no perdí oportunidad de experimentar. Regresamos al hotel para comer. Por la tarde fuimos al edificio de correos para enviar una postal. El edificio quedó como muestra de la arquitectura francesa de la ocupación. Veremos cuando llega esta postal a Monterrey, si es que llega. 

Lena y yo caminamos un rato entre las millones de motonetas que circulaban a nuestro alrededor. Y me llevó a las cuatro de la tarde a tomar un té en un bar antiguo comunista.  

- ¿Para qué? - le pregunté.

- Porque está en el programa. - me respondió, como un autómata.   

Entiendo que así le han enseñado y no es la primera vez que un guía se aferra y mantiene su programa al pie de la letra. El bar estaba en un segundo piso de un edificio viejo, carcomido, justo igual que el verdadero comunismo. Atendido por varias niñas que de comunistas solo tenían la gorra verde con la estrella roja. De regreso paramos por tiendas de Gucci, Prada, Ferrari e incluso una gigante de Rolls Royce, por lo que imaginé a Marx retorciéndose en su tumba. Creo que él sabía que no es posible que todos seamos iguales y sus teorías tarde o temprano fracasarían. 

Las últimas anécdotas

Ya en el hotel aproveché la linda y larga piscina para dar unas vueltas. Fui testigo del calentamiento previo de varios japoneses antes de entrar a nadar y a mi lado unos fotógrafos americanos que fueron a hacer una serie de sesiones en esa ciudad. Por la noche me fui solo a caminar, llegando al malecón frente al río que alberga a varios hoteles antiguos y otros de cadenas americanas de lujo recién inaugurado . Me senté a cenar en un restaurante nativo y me atreví a ordenar los platos típicos. Total, ya estaba ahí. Nada mal. Una ensalada con carne fría aderezada con frutos y sabores orientales. 

El regreso fue surrealista. Cientos de vietnamitas sentados prácticamente en cuclillas en las banquetas con ayuda de un banquito de plástico de colores de aproximadamente 20 centímetros de alto, que, incluso rentan. Hay remolques con decenas de banquitos de alquiler y cada 20 metros un puesto vendiendo algo. La “doñitas” con delantal y todo, con un comal haciendo lo que parecerían unas quesadillas fritas, otras vendiendo elotes asados, por allá vendiendo refrescos con popote, pero todos sentados en esos banquitos, dejando que el tiempo avance mientras ellos y ellas cuchichean. Me gustaría transportar la imagen, cientos de habitantes disfrutando de un viernes por la noche, sentados en las banquetas de las calles principales. Y entre cada cuadra, salas de masajes clandestinos, con las “masajistas” ofreciendo sus servicios. Mejor a dormir, ya ha sido suficiente por hoy. 

El desayuno fue magnífico. Convivimos con una francesa que trabajaba en una especie de DHL francés y nos comentó que Vietnam era el país con más crecimiento del sudeste asiático. Las tiendas y hoteles que habíamos visto el día anterior corroboraron su comentario. Fuimos al mercado local a comprar artesanías. Encontramos algunas de las cosas que nos habían gustado en Camboya, pero con dos ceros menos. Las echamos a la bolsa sin preocuparnos sobre cómo lograríamos que cupieran en la maleta. Después fuimos a un templo original chino que en la entrada vendía galletas Oreo para ofrecerlas a Buda. No cabe duda de que todas las religiones tienen un sentido mercantilista, por más que quieran negarlo. 

Reservamos para cenar en un restaurante con una fusión local y francesa que nos complació bastante. Estaba completamente lleno, el servicio y la comida fueron muy buenos y lo aprovechamos para celebrar el último día de viaje. 

El final de un gran viaje

Pasaron por nosotros a las cuatro treinta de la mañana. A esa hora, Ho Chi Minh amanecía pacífica y pudimos transitar sin el terremoto de motonetas de los días anteriores. Saigón como era conocida o Ho Chi Minh como fue rebautizada, no fue lo que imaginé. Pero estoy seguro de que, si regresara en diez años, encontraría una ciudad ordenada, limpia y completamente renovada. Como lo he testificado de Beijing y Shanghái. La cultura oriental es más obediente y bajo un régimen dictatorial, aún que se dicen comunistas, saben que tienen que ser más capitalistas que Washington. 

El trayecto por ANA a Tokio estuvo muy bien. Con asientos cómodos y comida amigable. La conexión resultó precisa al abordar nuestro vuelo a Houston. A mi lado, el vicepresidente de una megacorporación americana con operaciones en todo el sudeste asiático, confirmó mi teoría. Están invirtiendo como locos en Vietnam y reubicando sus plantas chinas a ese país. Mi gorra de Steelers inició la conversación, pues la corporación radica en Pittsburgh y él era nativo de Pennsylvania. 

El único trayecto que sufrió un leve retraso fue el de Houston a Monterrey. Resultó increíble que no se haya perdido ninguna maleta, ningún retraso importante y hayamos regresado a Monterrey sin contratiempos finalizando nuestro viaje.

Un viaje para festejar 30 años juntos, por tierras remotas que orgullosas de su pasado se levantan y erigen dispuestas a enfrentar su futuro. Seis ciudades, todas diferentes. Cada una con su encanto, sazón y esencia. Tres noches en cada una de ellas, que resultaron maravillosas. 

Una invitación a poner alfileres en mi mapa en una región que lucía desierta. Cada minuto valió la pena.

HO CHI MINH, VIETNAM

March 9-12, 2023

You may lose a thousand battles, but only by losing your laughter will you have known true defeat.

Ho Chi Minh (1890-1969)

Communist anti-colonial revolutionary and first President of Vietnam

The feeling that any task is a nuisance soon disappears if it is done in mindfulness.

Thich Nhat Hahn (1926-2022)

Vietnamese zen buddhist monk

Our last stop was Ho Chi Minh City, also known as Saigon. We had no idea what to expect from it, we thought this city was the capital, but it turned out to be Hanoi in what was North Vietnam. We return to reality, not everything can be Singapore and Ho Chi Minh City is far from it.

The flight was on Vietnam Airlines and it was not bad, plus we got the kilometers from Aeroméxico. Tan Son Nhat airport is old and receives about 40 million passengers a year. The line to do migration looked more like the reception of a bus terminal, messy, with people who very quickly forgot the social distance of the covid.

Discovering Vietnam

Outside, our guide, self-appointed Lena, was waiting for us. I don't think it was her Vietnamese name. A girl of approximately 30 years old, graduated from the university with a bachelor's degree in Spanish. She spoke it well. She came for us in a small Acura, so we had to juggle to fit the bags that had already accumulated. We immediately entered a sea of scooters. Ho Chi Minh City has a population of about 14 million and more than 8.5 million scooters. They swarm everywhere. What we had seen in Bangkok or Siem Reap was insignificant compared to the orderly chaos that exists here.

We didn't see any accidents even though they pass, start and brake at full speed all at the same time. I want to clarify that unlike in Cambodia, here everyone wears a helmet, but we never saw more than two on the motorcycle and much less with flip flops. Still, it's like being surrounded by a swarm of wasps that buzz past you, whether in the car or even walking on sidewalks.

I was very surprised that despite looking like a neglected city all the electrification was underground. With pedestal transformers mounted on granite steps about 3 meters high, covered in graffiti and stamped with advertisements forming the distribution network. But not a single cable in the streets full of cars, motorcycles and people.

Walking the streets of Vietnam

During its history Vietnam has been part of China, Cambodia, France and since 1945 it finally managed to be independent. Its alphabet is a phonetic and linguistic combination of Chinese and Latin. The population had a very difficult time reading and writing with the Chinese symbols. So one of the French colonizers to evangelize them translated his lessons into Vietnamese, but just as it is heard. The same as Spanish, which is read as it is written. And since then, the alphabet changed. Still it's still complicated and all the names unpronounceable.

They made a reservation for us at the Hyatt hotel behind the Opera building. A recently remodeled hotel that maintains its colonial essence. A lobby bar with a well-equipped counter, spiral stairs to access the restaurants on the second floor, rooms with views of the main square -which was the one we got- and the pool, which was the one we used the most. As in the previous journeys, practically the whole day was lost between airports, migrations, flights and transfers. We had dinner at the hotel's Italian restaurant. Not before crossing the path to buy a few packs of cigarettes. I only brought two dollars with which I was able to buy two 500-milliliter Pepsis and three blue Pall Mall packets. I don't think there is a cigar tax rate in Vietnam.

The morning tour didn't look very appealing and Karla decided to abort it. I went to the American War Museum. This war lasted just over 20 years, between 1955 and 1975, when the United States wanted to prevent communism from taking over the southern part of Vietnam. The Americans lost and have made hundreds of movies with this theme. For my taste the museum was ugly, with only a few planes and helicopters from both sides and terrible scenes from the concentration camps. It seemed more like a place that takes advantage of the morbidity of the people, so it was full of Americans 65 and over. I assume they are people who were in this war or a relative or friend of theirs participated in that stupidity. If I dedicate a little time to interesting museums, I run out of this one in seconds.

The next one was a museum of the ancient healing arts of the region. Powders, herbs, and bottles with animals inside that were the potions that yesterday and today are used to cure many ills. An old four-story wooden house, where all the gadgets are observed. On the fourth floor there was a foot bath with flowers and healing plants that I did not miss an opportunity to experience. We returned to the hotel to eat. In the afternoon we went to the post office building to send a postcard. The building remained as a sample of the French architecture of the occupation. We'll see when this postcard arrives in Monterrey, if it arrives.

Lena and I walked for a while among the millions of scooters that circulated around us. And she took me at four in the afternoon to have tea in an old communist bar.

- So that? - asked.

-Because he's on the show. she answered me, like an automaton.

I understand that this is how they have taught him and it is not the first time that a guide clings and keeps his program to the letter. The bar was on the second floor of an old, rotten building, just like real communism. Attended by several girls who, as communists, only had the green cap with the red star. On the way back we stopped by shops for Gucci, Prada, Ferrari and even a giant Rolls Royce, so I imagined Marx turning in his grave. I think he knew that it is not possible for all of us to be the same and his theories would sooner or later fail.

The latest anecdotes

Back at the hotel I took advantage of the beautiful and long pool to go around. I witnessed the warm-up of several Japanese people before going in to swim and next to me were some American photographers who went to do a series of sessions in that city. At night I went for a walk alone, arriving at the boardwalk facing the river that houses several old hotels and other recently opened luxury American chains. I sat down for dinner in a native restaurant and dared to order the typical dishes. Totally, it was already there. Nothing bad. A salad with cold meat seasoned with fruits and oriental flavors.

The return was surreal. Hundreds of Vietnamese practically squatting on the sidewalks with the help of a colored plastic stool approximately 20 centimeters high, which they even rent. There are trailers with dozens of benches for rent and every 20 meters a stall selling something. The “doñitas” with aprons and everything, with a griddle making what would look like fried quesadillas, others selling roasted corn, over there selling sodas with straws, but all of them sitting on those benches, letting time go by while they whisper. I would like to transport the image, hundreds of inhabitants enjoying a Friday night, sitting on the sidewalks of the main streets. And between each block, clandestine massage rooms, with the "masseurs" offering their services. Better off to sleep, that's enough for today.

The breakfast was magnificent. We lived with a French woman who worked for a kind of French DHL and she told us that Vietnam was the fastest growing country in Southeast Asia. The shops and hotels we had seen the day before corroborated her comment. We went to the local market to buy handicrafts. We found some of the things that we had liked in Cambodia, but with two zeros less. We tossed them into the bag without worrying about how we would make them fit in the suitcase. Then we went to an original Chinese temple that sold Oreo cookies at the entrance to offer to Buddha. There is no doubt that all religions have a commercial sense, even if they want to deny it.

We booked for dinner at a restaurant with a local and French fusion which we were quite pleased with. It was completely full, the service and the food were very good and we took advantage of it to celebrate the last day of the trip.

The end of a great journey

They picked us up at four thirty in the morning. At that time, Ho Chi Minh dawned peacefully and we were able to travel without the earthquake of scooters of the previous days. Saigon as it was known or Ho Chi Minh City as it was renamed, was not what I envisioned. But I am sure that if I went back in ten years, I would find a city that is tidy, clean and completely renewed. As I have testified from Beijing and Shanghai. Oriental culture is more obedient and under a dictatorial regime, even though they call themselves communists, they know they have to be more capitalist than Washington.

The ANA ride to Tokyo was very good. With comfortable seats and friendly food. The connection was accurate upon boarding our flight to Houston. Beside me, the vice president of an American megacorporation with operations throughout Southeast Asia, confirmed my theory. They are investing like crazy in Vietnam and relocating their Chinese plants to that country. My Steelers cap started the conversation, since the corporation is based in Pittsburgh and he was a Pennsylvania native.

The only route that suffered a slight delay was the one from Houston to Monterrey. It was incredible that no suitcase was lost, no major delays and we returned to Monterrey without setbacks ending our trip.

A trip to celebrate 30 years together, through remote lands that, proud of their past, stand up and stand ready to face their future. Six cities, all different. Each one with its charm, seasoning and essence. Three nights in each of them, which were wonderful.

An invitation to put pins on my map in a region that looked deserted. It was worth every minute.